Luces y sombras de la Escuela Austríaca de Economía
Debilidades y fortalezas de una de las escuelas de pensamiento económico más profundas y relevantes.
Dentro de la Ciencia Económica, existen distintas escuelas de pensamiento, diferenciadas fundamentalmente en el método que se utiliza para llegar a sus conclusiones. No obstante, los integrantes de una determinada escuela sí suelen compartir ideas y premisas sobre el orden político y la economía. Esto, empero, no significa que la Escuela Austríaca, verbigracia, se base en la defensa de las ideas afines al capitalismo de libre mercado. Bajo esta premisa, la Escuela Austríaca y la de Chicago serían homogéneas entre sí, cuando sus diferencias van más allá de sus principios, pues difieren en el método empleado.
Es en este campo, el del método, en lo que la Escuela Austríaca se diferencia de todas las demás escuelas de pensamiento económico. El método, aunque pueda parecer irrelevante, es de gran importancia a la hora de abordar los fenómenos económicos que se producen en una sociedad. Esto es, porque la perspectiva empleada influye decisivamente en el estudio en una determinada materia, pues puede contaminar tanto las conclusiones como los argumentos esgrimidos para defender un determinado tipo de organización económica.
El método de la Escuela Austríaca se basa en la llamada “praxeología”, o el estudio de la acción humana. Como se puede observar, esta visión difiere totalmente del paradigma imperante que define la economía como “la ciencia social que estudia la asignación de medios escasos con fines alternativos”, que obvia el papel de la acción humana y el libre ejercicio de la función empresarial en los fenómenos económicos que nos envuelven. El objeto de estudio de la economía no es otro que el ser humano actuando empresarialmente en un contexto de escasez. La equivocación preliminar de la definición neoclásica también radica en mencionar que los medios son escasos y con fines alternativos, aunque esto no sea más que un pleonasmo, pues sin escasez no hay acción humana empresarial que pueda efectuar juicios estimativos de los medios empleados en llevar a cabo dicha acción.
Para abordar el estudio praxeológico, la Escuela Austríaca se configura alrededor de dos principios fundamentales, a saber, la teoría del valor subjetivo y el individualismo metodológico. El primer principio consiste en que la valoración de los bienes viene dada por las percepciones subjetivas del actor, más o menos intensas dependiendo del valor que el actor otorgue subjetivamente a los medios y, por ende, al fin implicado. Por otro lado, el individualismo metodológico se basa en observar los fenómenos económicos desde el punto de vista del individuo, no como agregados homogéneos que actúan conforme a variables algebraicas. Este principio no se debe entender como la concepción del individuo como un ser atomizado, sino más bien como el objeto de estudio base de la Ciencia Económica, actuando en cooperación con otros seres humanos.
Ahora bien, aunque el método de la Escuela Austríaca sea el más apropiado para estudiar la acción humana en un contexto de escasez, ni los economistas deben reducirse al estudio de los autores pertenecientes a esta escuela –ya que otras escuelas también tienen aportes valiosos que contribuyen a desarrollar la Ciencia Económica–, ni significa que los autores austríacos no tengan errores que deban ser corregidos interna o externamente. En este sentido, los austríacos yerran en su profunda ortodoxia, al descartar el uso de gráficas y de ecuaciones (herramientas praxeológicas útiles) y preservar una teoría monetaria anticuada –heredada de Mises y conservada y extendida por Rothbard y Huerta de Soto en sus obras–, que postula que únicamente acabando con la reserva fraccionaria podremos evadir el ciclo económico, lo cual es científicamente incorrecto (como desarrollé en otro artículo). Además, muchos de los autores austríacos se centran únicamente en Menger, Mises y Rothbard, descartando cualquier otro autor que no encaje completamente con los principios de la Escuela Austríaca, lo cual sea posiblemente una de las causas de la poca presencia que tiene esta escuela en las cátedras.
Con todo, la Escuela Austríaca y sus bases teóricas siguen siendo superiores a las de las demás escuelas, por mucho que tengan errores que deban ser enmendados, tanto en su actitud como en algunas aspectos de sus teorías, especialmente la monetaria. Tampoco olvidemos que, desde esferas de la Escuela Austríaca, se han producido acontecimientos científicos de la talla de la revolución marginalista o el descubrimiento de la imposibilidad económica del socialismo. Asimismo, es imperante que la Escuela Austríaca se abra a otras escuelas que puedan contribuir al desarrollo de la Ciencia Económica, contribuyendo a una visión holística de esta, sin perder de vista sus principios praxeológicos.
Buen artículo, César. Para ser buen economista es fundamental ser crítico y no fanático.